martes, 20 de noviembre de 2018

A Stalin nunca le gustó el fútbol y la culpa es de unos de Bilbao

Revista GQ
Créanme si les cuento que hubo un tiempo en Rusia en el que para acreditar la casta de algún futbolista soviético se recurría a una escueta sentencia de apenas cuatro palabras que era como una condecoración de guerra: “jugó contra los vascos”.

¿Saben esas visitas que uno recibe con júbilo y al final acaba deseando que se vayan cuanto antes? Pues eso es exactamente lo que pasó en 1937 en la hermética Unión Soviética de Stalin en la que empezaba a abrirse hueco un deporte de origen inglés sospechoso de ser demasiado burgués para la dictadura del proletariado.

Expiraba la primavera cuando en un tren procedente de Varsovia llegaron a Moscú unos señores con apellidos como Zubieta, Gorostiza o Urquiola dispuestos a enseñarle el hielo a la madre Rusia... (leer más)